Compartiendo...
Por Jorge Leonel Otero Chambean
Quiero compartir las
auroras y tus sueños
caminar contigo por la
verdura del musgo,
sentir la frescura del
jardín en los pies,
asombrarnos con las
ocurrencias de las flores.
Ver llegar el atardecer
desde una banca.
Escribir poemas, conversar
sobre la cotidianidad.
Rozar tus mejillas,
tomarte de la mano, mirar tus ojos,
recordar las promesas
nunca escritas,
recuperar las semillas que
germinan en mayo,
y sembrar esos surcos en
el horizonte.
Las posiciones de los
astros se alzan,
hablan de influencias de
Saturno
y conjunción de Mercurio
con la Luna,
pero la verdad, en lo
único que creo
es en el sino de las
letras de tu nombre.
Y es que eres mar, fuerza,
y luz resplandeciente.
En las crestas de tus olas
se siente la pasión
y en la quietud de tus
playas se halla la paz.
Acaríciame, déjame
dormitar en tu vientre,
pero sólo después de entrar
al sitio secreto,
sólo después de atemperar
la piel
y recuperar el ritmo de la
respiración.
Por cierto, me encanta el
color canela
que ilumina todo tu cuerpo
y tu pelo rizado,
y también cuando ríes, y
también cuando cantas,
cuando me miras y hasta
cuando te enojas.
El problema de que te
pongas un tanto rabiosa
es que tus ojos no
destilan su habitual ternura,
pero de todas formas son hermosos, son luceros
que alimentan, que
acarician, son dos astros luminosos.
Por eso quiero compartir
contigo los sueños,
caminar por el jardín, beber del polen de mil flores
y fecundar el cielo de
amores coloridos y nuevas ilusiones.
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