De vacaciones, de docentes y de agravios diversos
Por Jorge Leonel Otero Chambean
En los últimos días han
arreciado las críticas por las movilizaciones docentes. El viernes 22 de marzo
del año en curso, un grupo de maestros,
bloquearon los dos sentidos de la Autopista del Sol. En Oaxaca se alistan a
realizar acciones similares. Con estas protestas buscan oponerse, de manera
general, a la reciente reforma del artículo 3° constitucional, además de exigir
demandas locales, como regularización de plazas, rezago de vivienda, etc.
Al impedir el libre
tránsito, al bloquear el acceso a edificios públicos o privados, se suscitan
diversos agravios, que son documentados por distintos medios y
así ubicamos, por citar sólo un ejemplo, el del Diario Milenio, donde el día 25
de marzo del 2013, pudimos contar los
reportes, cuyos encabezados destacan el sentido de la nota periodística: “CETEG
y gobierno firman acuerdo. Disidentes
van a cobrar un mes de plantones”. (p. 4). (La CETEG es la
Coordinadora Estatal de Trabajadores de
la Educación en Guerrero). Y otro así: “Protesta contra la reforma educativa
federal. Comienza la Sección 22
movilizaciones callejeras” (p.5). Sumen ese día, 3 artículos a cargo de
Jairo Calixto Albarrán, Carlos Puig y Luís González de Alba, para
contextualizar el descontento que generan los docentes alborotadores.
Para el primero, lo único
que le faltó a los paseantes varados durante “10 horas” en la Autopista citada,
es acaso el espectáculo de uniformar a cada uno de los protestones con la
playera americanista, y que tuviera a la altura del pecho, ya sea bordado o
estampado (según los recursos económicos) el eslogan publicitario “Ódiame más”
para acabarse de ganar el aprecio del populacho. (p. 2).
Para Puig (p. 12) el sentido
del conflicto impide cualquier intento de arreglo. Si se acaban las
manifestaciones de protesta se acaba el movimiento. Por lo que al acuerdo es
mantener el desacuerdo par que llegado el momento se establezca otra mesa de
negociación donde las partes se comprometan a que los acuerdos que se acuerden
sean de tal forma cuestionables e imposibles de cumplir, que hagan ineludible
volver a acordar otros acuerdos, porque los acuerdos acordados pues simplemente,
aunque se inspiren en la constitución, no se han podido concretar.
Luís González (p.15), rebaja
la cifra de Jairo, y cronometra el bloqueo carretero en sólo “5 horas”, pero lo
importante es su “Ya basta con Oaxaca y Guerrero” y su desglose de agraviados
donde se ubica a los dueños de negocios que fueron afectados (o lo serán), por los borlotes, a los meseros que se
quedarán sin propinas, y a los que sufren los estragos por los hoteles vacíos,
ninguno de los cuales tiene, nos dice “culpa de una reforma que el país entero
ha aplaudido”.
Más allá de esta exageración
“del país entero”, o de la crítica al “conflicto interminable” o de la ironía
futbolera, los columnistas recuperan parte del sentir de la sociedad y
magnifican el reclamo: ¡Paren a esos que nos molestan! ¡Paren esos agravios!
Por otro lado, las voces de
esos “odiados maestros”, no siempre son escuchadas por las autoridades, ni
amplificadas por los medios. Vivimos en una cultura donde las peticiones al
gobierno difícilmente son atendidas si no son acompañadas de actos de fuerza.
Nadie atiende los reclamos de agilizar la construcción de los baños para los
alumnos, hasta que la comunidad se planta en la Avenida más transitada del
Municipio a exigir esa obra. La Delegación X, ni se entera de los reclamos por
más vigilancia en la Colonia, hasta que los vecinos bloquean el acceso a algún
edificio.
En el caso de los docentes
en cuestión, uno podría sugerir formas de protesta más creativas y más acordes
a una convivencia armónica, pero uno intuye que repartir flores en sitios
públicos en días inhábiles, o hacer mítines en el Ajusco, para disminuir las
molestias, poco harán para situar sus demandas en la agenda de las autoridades.
Y a todo eso, ¿cuáles son esas
demandas? Reclamar heredar las plazas y otros privilegios similares, pueden ser
criticables, pero la preocupación por perder su trabajo, o lo que se argumenta
como amenazas a la educación pública, no pueden ser desestimadas sin más.
Podemos verlas como legítimas, o no, pero ellos, los docentes, tienen su
derecho de expresarlas y de manifestarse en contra de lo que perciben como
afectaciones en la reforma educativa. En cuestiones de percepción vemos que
unos la califican a la reforma como adecuada y digna de aplauso, mientras que
otros quizá la asuman como un atentado a sus derechos laborales o profesionales.
¿Cuál enfoque es el que tiene la “razón”. No es tan simple dirimir y dar
respuesta.
Igual duda me asalta en el
caso delos derechos. El libre tránsito, la posibilidad de divertirme en las playas
de Acapulco, se contraponen al derecho de los trabajadores de manifestar sus
inconformidades. ¿Qué derecho prevalece?, ¿el de las mayorías?, ¿el de los
trabajadores? Uno apelaría al respeto. A la intersección de ambos derechos. No
por manifestarme arrasó con tus derechos. No por mi viaje, debes tú soslayar
tus demandas. Es difícil la conciliación. Muchos desearían que el gobierno
hubiese liberado la vía federal, usando a la policía, otros muchos, ven esta
posibilidad como un peligro para escalar la violencia. Lo que es claro es que
esta vertiente del conflicto con los maestros no se resolverá como dice Jairo, poniéndoles esa camiseta del América, bueno ni siquiera con la de las Chivas.
Ve en MILENIO (haz clic en el nombre del autor) los artículos citados de:
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