miércoles, 17 de abril de 2013

El grupo


El grupo
Por Jorge Leonel Otero Chambean


Es siempre interesante regresar al estudio de los grupos. Es un tema que no se agota. Es en cierta forma como tratar de sondear un océano embravecido. Al final de la tormenta uno puede pensar, tengo una explicación aproximada del peligro de sus aguas y sin embargo, cuando llega el momento de enfrentar la navegación en otro tiempo, nos damos cuenta qué poco sabemos de esa inmensidad.

En un grupo de clase, después de un periodo de un trimestre, semestre o el periodo signado que sea, uno puede percibir acaso algunas de las tramas tejidas durante el curso. El  grupo al fin, como bellamente expresa el Maestro Armando Bauleo, es el intermediario entre individuo y sociedad. El docente sensible, puede observar en ese lapso como se relacionan los integrantes del grupo entre ellos, como se abordan en esa relación los contenidos de la o las asignaturas, los subgrupos, los liderazgos. Él como, coordinador, influye para la conformación de un clima propicio abordar la tarea. Es un observador, pero participa con sus actitudes, gestos, estado de ánimo, para el aliento a la actividad.

Es un cúmulo de información enorme el que se tiene que procesar para mediar en el conflicto, para no perderse en disquisiciones a veces ajenas al tema, para apuntar hacia el objetivo de la asignatura, pero sin soslayar la humanidad que se construye en ese espacio de 9 x 6 metros.

Ahí están inmersos, coincidiendo en esa temporalidad del horario de clases, pensamientos y sentimientos diversos. Bauleo asume que se llega al salón en primer instancia con el bagaje relacional del grupo primario. Los conflictos, las frustraciones, las ansiedades, se mostrarán como en un prisma de mil facetas, y darán espacio para ir en contra de la tarea (saboteador), para el surgimiento del que busca cauces para la producción de la tarea (el emergente). El complot, la solidaridad, los acuerdos, los disensos, son los polos en que se desarrolla la actividad.

El docente debe poner en juego sus habilidades para limar asperezas, para menguar las rivalidades y encauzar el trabajo por el rumbo de la creatividad.

Del acervo de Pichón Riviere, del que abreva también Bauleo, se considera importante destacar que en la evolución del grupo, el rol del docente es fundamental, pues si alguien puede ir centrando la tarea y alineando la construcción de metas comunes es él, por eso tiene que tener en cuenta los intereses, la lógica interna, sobre la que se construye la información. (Bauleo, dice que cada grupo de acuerdo a su interrelación de sus integrantes va seguir una lógica interna en cuanto a la ordenación de la aprehensión de la información. “El control de la información es porque conscientemente queremos que se trate de cierta manera”. (Bauleo, 2011).

Un aspecto  relevante también es el relacionado con la precisión  que hace Bauleo: “Muchas veces se piensa que hay que darle primacía a lo cuantitativo, es decir, cuantos más temas tratemos, más aprendemos, y esto dice no es así… a veces un grupo necesita tratar solamente un tema para después entender los otros. Trata sólo un tema porque ese tema es el que necesitaba para integrarse.  Como grupo se estructura alrededor de un elemento determinado para captar mejor las informaciones”. (Bauleo, 2011).

Un grupo que trasciende del yo al nosotros, es un grupo que va caminando en el sentido colaborativo. En la escuela en general, y en particular en secundaria, pareciera ser natural que el énfasis se ponga en el desarrollo de los programas. Sin embargo subyacen finalidades a las que pocas veces le asignamos el tiempo y la dedicación pertinentes de acuerdo con su importancia. Una de ellas principalísima, es la integración del grupo.

Cómo aspirar que se conciban y concreten los valores sociales, el trabajo en equipo, el trabajo colaborativo, sin que planeemos, y desarrollemos para ello, múltiples acciones con la constancia y sistematicidad requerida.

Del paso del agrupamiento, a la constitución de un grupo con metas comunes, con sentido de pertenencia y valores, pueden pasar muchas cosas y puede pasar mucho tiempo para que se produzca, pero es un hecho que no ocurre por generación espontanea, sino por el esfuerzo de sus miembros bajo la guía de un docente eficaz.

Llevar a ese grupo a la manera de un Capitán, a buen puerto, es una tarea conocida del magisterio. Ese afán social expresado por Makarenko, de que si uno de los alumnos no aprendía, eso afectaba a todo el grupo, es también situación sentida en el gremio, pero también es cierto que no todos los docentes son como se señaló, sensibles a esto.

Alentando la individualidad,  la competencia, y soslayando o incluso, saboteando la integración, dan sus clases sin importar el espíritu grupal. Esto desde mi punto de vista tiene un costo elevado en nuestro crecimiento como sociedad.

Al no enaltecer el sentido solidario, la voz que priva es la del YO. Primero Yo, luego yo, y al último Yo. Entonces la organización, la participación, se dejan para los otros. El de atrás paga. No sé si muchos de los problemas que hoy a aquejan al país, se incubaron con este desdén en el trabajo educativo, pero sí es seguro que sin un cambio en relación a fomentar el trabajo colaborativo, las bases sociales seguirán padeciendo la terrible inequidad que nos lacera.
Si sólo nos centramos en el crecimiento personal sin considerar apoyar el de los otros, olvidamos que sin el grupo social no hubiéramos tenido la menor oportunidad de volvernos ser humanos, por lo que en mínima reciprocidad tenemos que auspiciar los proyectos de vida de otros congéneres.

·         Bauleo, Armando. (2011). Psicología Grupal- Escuela Pichón Riviere. http://www.psicologiagrupal.cl/bauleo/

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