El grupo
Por Jorge Leonel Otero Chambean
Es siempre interesante regresar al estudio de los grupos.
Es un tema que no se agota. Es en cierta forma como tratar de sondear un océano
embravecido. Al final de la tormenta uno puede pensar, tengo una explicación
aproximada del peligro de sus aguas y sin embargo, cuando llega el momento de
enfrentar la navegación en otro tiempo, nos damos cuenta qué poco sabemos de
esa inmensidad.
En un grupo de clase, después de un periodo de un
trimestre, semestre o el periodo signado que sea, uno puede percibir acaso
algunas de las tramas tejidas durante el curso. El grupo al fin, como bellamente expresa el
Maestro Armando Bauleo, es el intermediario entre individuo y sociedad. El
docente sensible, puede observar en ese lapso como se relacionan los
integrantes del grupo entre ellos, como se abordan en esa relación los
contenidos de la o las asignaturas, los subgrupos, los liderazgos. Él como,
coordinador, influye para la conformación de un clima propicio abordar la
tarea. Es un observador, pero participa con sus actitudes, gestos, estado de
ánimo, para el aliento a la actividad.
Es un cúmulo de información enorme el que se tiene que procesar
para mediar en el conflicto, para no perderse en disquisiciones a veces ajenas
al tema, para apuntar hacia el objetivo de la asignatura, pero sin soslayar la
humanidad que se construye en ese espacio de 9 x 6 metros.
Ahí están inmersos, coincidiendo en esa temporalidad del
horario de clases, pensamientos y sentimientos diversos. Bauleo asume que se
llega al salón en primer instancia con el bagaje relacional del grupo primario.
Los conflictos, las frustraciones, las ansiedades, se mostrarán como en un
prisma de mil facetas, y darán espacio para ir en contra de la tarea
(saboteador), para el surgimiento del que busca cauces para la producción de la
tarea (el emergente). El complot, la solidaridad, los acuerdos, los disensos,
son los polos en que se desarrolla la actividad.
El docente debe poner en juego sus habilidades para limar
asperezas, para menguar las rivalidades y encauzar el trabajo por el rumbo de
la creatividad.
Del acervo de Pichón Riviere, del que abreva también
Bauleo, se considera importante destacar que en la evolución del grupo, el rol
del docente es fundamental, pues si alguien puede ir centrando la tarea y
alineando la construcción de metas comunes es él, por eso tiene que tener en
cuenta los intereses, la lógica interna, sobre la que se construye la información.
(Bauleo, dice que cada grupo de acuerdo a su interrelación de sus integrantes
va seguir una lógica interna en cuanto a la ordenación de la aprehensión de la
información. “El control de la información es porque conscientemente queremos
que se trate de cierta manera”. (Bauleo, 2011).
Un aspecto relevante
también es el relacionado con la precisión que hace Bauleo: “Muchas veces se piensa que
hay que darle primacía a lo cuantitativo, es decir, cuantos más temas tratemos,
más aprendemos, y esto dice no es así… a veces un grupo necesita tratar
solamente un tema para después entender los otros. Trata sólo un tema porque
ese tema es el que necesitaba para integrarse. Como grupo se estructura
alrededor de un elemento determinado para captar mejor las informaciones”. (Bauleo, 2011).
Un grupo que
trasciende del yo al nosotros, es un grupo que va caminando en el sentido
colaborativo. En la escuela en general, y en particular en secundaria,
pareciera ser natural que el énfasis se ponga en el desarrollo de los
programas. Sin embargo subyacen finalidades a las que pocas veces le asignamos
el tiempo y la dedicación pertinentes de acuerdo con su importancia. Una de
ellas principalísima, es la integración del grupo.
Cómo aspirar
que se conciban y concreten los valores sociales, el trabajo en equipo, el
trabajo colaborativo, sin que planeemos, y desarrollemos para ello, múltiples
acciones con la constancia y sistematicidad requerida.
Del paso del
agrupamiento, a la constitución de un grupo con metas comunes, con sentido de pertenencia
y valores, pueden pasar muchas cosas y puede pasar mucho tiempo para que se
produzca, pero es un hecho que no ocurre por generación espontanea, sino por el
esfuerzo de sus miembros bajo la guía de un docente eficaz.
Llevar a ese
grupo a la manera de un Capitán, a buen puerto, es una tarea conocida del
magisterio. Ese afán social expresado por Makarenko, de que si uno de los
alumnos no aprendía, eso afectaba a todo el grupo, es también situación sentida
en el gremio, pero también es cierto que no todos los docentes son como se señaló,
sensibles a esto.
Alentando la
individualidad, la competencia, y
soslayando o incluso, saboteando la integración, dan sus clases sin importar el
espíritu grupal. Esto desde mi punto de vista tiene un costo elevado en nuestro
crecimiento como sociedad.
Al no
enaltecer el sentido solidario, la voz que priva es la del YO. Primero Yo,
luego yo, y al último Yo. Entonces la organización, la participación, se dejan
para los otros. El de atrás paga. No sé si muchos de los problemas que hoy a
aquejan al país, se incubaron con este desdén en el trabajo educativo, pero sí
es seguro que sin un cambio en relación a fomentar el trabajo colaborativo, las
bases sociales seguirán padeciendo la terrible inequidad que nos lacera.
Si sólo nos
centramos en el crecimiento personal sin considerar apoyar el de los otros,
olvidamos que sin el grupo social no hubiéramos tenido la menor oportunidad de
volvernos ser humanos, por lo que en mínima reciprocidad tenemos que auspiciar
los proyectos de vida de otros congéneres.
·
Bauleo, Armando. (2011). Psicología Grupal-
Escuela Pichón Riviere. http://www.psicologiagrupal.cl/bauleo/
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