Son de niños,
son de niñas…
Por Jorge Leonel Otero Chambean
Cuántas
piedritas se volvieron estrellas en tu juego.
Cuántas cajas de
cartón se volvieron aviones,
carros veloces o
al menos un sitio para esconderse.
Cuántas veces
sentaste al oso de peluche a tomar el té.
O jugaste a la
comidita o hiciste pasteles de tierra.
Y es que para
divertirse, inventar historias y crear un sueño,
basta la
imaginación, dos cosas por ahí y un poco de empeño.
Cualidades hermosas
que sólo tienen rostro en las edades
cortas.
Cuando el mundo
se ve por el cristal de un niño, cuando el grito
que se escucha
es la esperanza que sea agita en su voz,
cuando el ritmo
lo marcan los pasitos inciertos, la urgencia
de una pequeña
que quiere compartir con otros su deseo,
entonces todo
cambia, todo es diferente, se transforma.
La vida no se
mide por las ganancias de la Casa de Bolsa
sino por las
risas que esparce en la Tierra una niña o un niño.
Por eso este
treinta de abril nos pusimos todos de acuerdo
para festejar
con gozo, con música y canto a ese ser
maravilloso,
que sin despegar
mucho del suelo, nos impulsa con su ruego
a que le alcancemos de regalo un gran pedazo de
cielo.
Hoy en tu día quizá comamos un pedazo de pastel,
pero te pido que
prepares la bolsa de tu pantalón
o tu mochila
donde guardas tus máximos tesoros.
Porque con
humildad, pero de corazón, queremos darte
dos abrazos, dos
besos, dos te quiero, envueltos con ilusión
con un moño muy
grandotote y chispas de mucho amor.
¡FELICIDADES!
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