viernes, 30 de agosto de 2013

¿Los genios nacen o se hacen?



LOS GENIOS: ¿NACEN O SE HACEN?

Por Jorge Leonel  Otero Chambean


En el texto de Carmen Bello, pionera del movimiento psicodramatista en México, se lee que Jacob Levy Moreno (considerado el creador del Psicodrama)  sugiere que  el niño  nace siendo un genio en potencia.  Potencia que se va oscureciendo muchas veces, ya que la sociedad, va zancadilleando, de vez en vez a ese proyecto. Desde un punto de vista pedagógico esto sería atractivo de reconocer, ya que de alguna manera   democratiza la inteligencia, e impide hasta cierto punto la  segregación de los “burros” y los “aplicados”. Sin  embargo Los Leonardos, Los Newtons, Los Einstein, Los Freud, y otros de esa pléyade, es posible pensar que florecieron, entre múltiples factores, por predisposiciones genéticas, un medio  ambiente nutriente, y porque seguramente desplegaron un gran esfuerzo intelectual, mucha  dedicación y gran disciplina, durante el tiempo pertinente, para acrecentar sus talentos en las diversas disciplinas. Pero si los genios no nacen sino se hacen. ¿Cómo es que siendo tantos los señalados han sido tan pocos los  escogidos? ¿Por qué no hemos sido capaces como humanidad de producirlos en mayor número?

Si pasaron miles de años antes de que el ser humano, pudiese, además de la lucha por la sobrevivencia, darse un campito para pensar sobre el mundo y sobre sí mismo; si pasaron más años antes de que esas reflexiones se socializaran a grupos de la sociedad cada vez más amplios y la acción educativa  se hiciera extensiva  a la mayoría de la población, entonces podríamos  explicar la escasez de genios en la historia precedente hasta la época moderna. Pero ahora que la ciencia, la tecnología ha permitido  generar mejores condiciones de vida (salud alimentación,  educación, expectativas de vida, etc.) para la mayoría de la humanidad, entonces por qué tampoco  proliferan en el mundo los genios. ¿Acaso Moreno sobrestimó la posibilidad de volverse genio? No lo sabremos.  Aún asumiendo que “todos” tuviéramos esa   potencia en semilla, sin un campo  fértil, sin los cuidados, no podrían germinar nunca.

Bello, en su libro, relata un proceso de intervención en una   Universidad “X”,  en los esfuerzos por conformar un grupo “ÉLITE” con alumnas y alumnos con los mejores promedios y los IQ más altos. En ese grupo los integrantes se  presionaban porque asumían hacía ellos mayores exigencias académicas, que a los “normales” y se empezó a dar una mayor competencia al interior del grupo, por lo que se acentuaron los  problemas entre ellos, con los maestros y la propia institución. Los “genios” en potencia, no siempre entendían la correspondencia de ser un grupo especial con las responsabilidades correspondientes, y a pesar de los buenos augurios, en la conformación del  grupo, fueron dándose la  deserción y los conflictos entre ellos. Acaso la escuela no estaba  preparada tampoco para la atención de un grupo más demandante.

Este botón de muestra, signa una de las debilidades más grandes, ya que a los   alumnos/as con capacidades sobresalientes, por lo menos en el país, no les prestamos la  suficiente importancia.  Cuando nos topamos con niños o niñas que cuestionan, que no se contentan con la “verdad” del texto o del maestro,  se toma muchas veces la salida fácil, ubicarlos como “latosos”, como “indisciplinados”. De esta manera son tratados como alumnos con problemas de conducta.  Así los ubicamos  como niños/as malos y no tenemos el compromiso de prepararnos para adaptar el currículo a esos alumnos con Necesidades Educativas Especiales. Los regresamos a los papás: ¡Ya no los  aguantamos, tengan ustedes a sus hijos! Y se acaba “nuestra responsabilidad”. Otra alternativa, implicaría  asumir el compromiso de actualizarnos, de preparar clases más atractivas, de tener la paciencia de incitar a la creatividad, la investigación, pero esto es desafortunadamente,  un camino que, por el número de alumnos por grupo, por las condiciones de un sistema educativo burocratizado, los malos salarios, el poco reconocimiento del docente, amén de otras afectaciones, pocos quieren recorrer.

Muchas cosas quedan por decir y por hacer obviamente a ese respecto, pero como colofón de esta reflexión, sólo les podemos apuntar a esos genios en ciernes, que lo más  lamentable es que el sistema educativo sólo puede  ofrecerles, por el momento, una bella figura poética,  creación  de Bello:

“Guardar como recuerdo sus lagrimitas
en un frasquito”.

Bibliografía:

Bello, María Carmen. JUGANDO EN SERIO EL PSICODRAMA. (2002). México: Editorial Pax.

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