LOS GENIOS: ¿NACEN
O SE HACEN?
Por
Jorge Leonel Otero Chambean
En el texto de Carmen Bello,
pionera del movimiento psicodramatista en México, se lee que Jacob Levy Moreno
(considerado el creador del Psicodrama)
sugiere que el niño nace siendo un genio en potencia. Potencia que se va oscureciendo muchas veces,
ya que la sociedad, va zancadilleando, de vez en vez a ese proyecto. Desde un
punto de vista pedagógico esto sería atractivo de reconocer, ya que de alguna
manera democratiza la inteligencia, e
impide hasta cierto punto la segregación
de los “burros” y los “aplicados”. Sin
embargo Los Leonardos, Los Newtons, Los Einstein, Los Freud, y otros de
esa pléyade, es posible pensar que florecieron, entre múltiples factores, por
predisposiciones genéticas, un medio
ambiente nutriente, y porque seguramente desplegaron un gran esfuerzo
intelectual, mucha dedicación y gran
disciplina, durante el tiempo pertinente, para acrecentar sus talentos en las
diversas disciplinas. Pero si los genios no nacen sino se hacen. ¿Cómo es que
siendo tantos los señalados han sido tan pocos los escogidos? ¿Por qué no hemos sido
capaces como humanidad de producirlos en mayor número?
Si pasaron miles de años antes de que el ser humano, pudiese,
además de la lucha por la sobrevivencia, darse un campito para pensar sobre el
mundo y sobre sí mismo; si pasaron más años antes de que esas reflexiones se
socializaran a grupos de la sociedad cada vez más amplios y la acción
educativa se hiciera extensiva a la mayoría de la población, entonces
podríamos explicar la escasez de genios
en la historia precedente hasta la época moderna. Pero ahora que la ciencia, la
tecnología ha permitido generar mejores
condiciones de vida (salud alimentación,
educación, expectativas de vida, etc.) para la mayoría de la humanidad,
entonces por qué tampoco proliferan en
el mundo los genios. ¿Acaso Moreno sobrestimó la posibilidad de volverse genio?
No lo sabremos. Aún asumiendo que
“todos” tuviéramos esa potencia en
semilla, sin un campo fértil, sin los
cuidados, no podrían germinar nunca.
Bello, en su libro, relata un proceso de intervención en
una Universidad “X”, en los esfuerzos por conformar un grupo
“ÉLITE” con alumnas y alumnos con los mejores promedios y los IQ más altos. En
ese grupo los integrantes se presionaban porque asumían hacía ellos mayores exigencias académicas,
que a los “normales” y se empezó a dar una mayor competencia al interior del
grupo, por lo que se acentuaron los
problemas entre ellos, con los maestros y la propia institución. Los
“genios” en potencia, no siempre entendían la correspondencia de ser un grupo
especial con las responsabilidades
correspondientes, y a pesar de los buenos augurios, en la conformación del grupo, fueron dándose la deserción y los conflictos entre ellos. Acaso
la escuela no estaba preparada tampoco
para la atención de un grupo más demandante.
Este
botón de muestra, signa una de las debilidades más grandes, ya que a los alumnos/as con capacidades sobresalientes,
por lo menos en el país, no les prestamos la
suficiente importancia. Cuando
nos topamos con niños o niñas que cuestionan, que no se contentan con la
“verdad” del texto o del maestro, se
toma muchas veces la salida fácil, ubicarlos como “latosos”, como
“indisciplinados”. De esta manera son tratados como alumnos con problemas de
conducta. Así los ubicamos como niños/as malos y no tenemos el
compromiso de prepararnos para adaptar el currículo a esos alumnos con
Necesidades Educativas Especiales. Los regresamos a los papás: ¡Ya no los aguantamos, tengan ustedes a sus hijos! Y se
acaba “nuestra responsabilidad”. Otra alternativa, implicaría asumir el compromiso de actualizarnos, de
preparar clases más atractivas, de tener la paciencia de incitar a la
creatividad, la investigación, pero esto es desafortunadamente, un camino que, por el
número de alumnos por grupo, por las condiciones de un sistema educativo
burocratizado, los malos salarios, el poco reconocimiento del docente,
amén de otras afectaciones, pocos quieren recorrer.
Muchas cosas quedan por decir y por hacer obviamente a ese
respecto, pero como colofón de esta reflexión, sólo les podemos apuntar a esos
genios en ciernes, que lo más lamentable
es que el sistema educativo sólo puede ofrecerles,
por el momento, una bella figura poética,
creación de Bello:
“Guardar como recuerdo sus lagrimitas
en un frasquito”.
Bibliografía:
Bello, María Carmen. JUGANDO EN SERIO EL PSICODRAMA. (2002). México: Editorial Pax.
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